Saturday 9 May 2020

Primero y último

La última vez que miré el reloj eran las 4:08am. Unos minutos antes escuché los pasos de mi hija en la cocina. Siempre regresa con hambre. Intentó no hacer ruido. La oí igual pues no conseguía dormirme.
10:15am fue la primera vez que miré el reloj esta mañana. A. tuvo la delicadeza de sacar a pasear a la perra, fue lo primero que me preocupó.
Soñé que mi madre se quedaba sin pastillas para dormir y me llamaba mi tía para que le consiguiera. Es el único sueño que recuerdo, quizá fue el último.
Escribí dos torpes poemas esta noche. Poemas tristes sobre la soledad. Es lo que tiene el insomnio, la noche, la oscuridad, el silencio nocturno no premeditado.
Hay otros silencios más claros, luminosos incluso.
Me vestí. Ahora la casa aguarda. Nunca tanto como yo. Yo aguardo hace siglos.
Me preparé un jugo de naranja. Me hace falta el café. Mejor evitar la cafeína al menos por hoy.
Hace ya días que me cuesta dormir. Mi cabeza se entrevera con facilidad y es imposible conocer al otro del todo. Es triste. Mucho más que el coronavirus.
Hoy no leí las noticias. Me cansa. Me cansaron. Me cansan. Pero es un cansancio que espabila.
A. sale a hacer mandados y yo barro el piso siempre cubierto de cabellos animales. Tienen suerte pues las amo.
Siento el cosquilleo en los dedos y me digo que, antes que nada, necesito escribir estas líneas. Primero lo primero.

Friday 1 May 2020

Quién, dónde, cómo, por qué, qué, cuánto


El tipo de preguntas que realizamos refleja, en cierta medida, qué es lo que nos interesa saber acerca de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Aquello a lo que prestamos atención.

Quién, dónde, cómo, por qué, qué, cuánto

Ya sea para no resultar insolente o por falta de interés, algunas personas tienden a no hacer preguntas. O, al menos, a no darles a conocer. Otras, evitan en lo posible hacerse preguntas a sí mismas pues esto puede devenir en un descubrimiento incómodo que traiga consigo nuevas preguntas. La famosa Caja de Pandora. 

Me atrevería a decir que la mayor parte de los asuntos que nos ocupan en la sociedad occidental actual tienen relación mayormente con el cuánto: cuánto corriste, cuánto comiste, cuántas calorías, cuánto ganás, cuánto gano, cuánto has perdido, cuántas veces te casaste o te divorciaste, cuántos libros has escrito, cuántas veces dije que comenzaría dieta y no lo hice. 

Lo siguen, creo yo, el quién y el dónde en segundo puesto: dónde trabajás, dónde vivís, dónde fuiste de vacaciones, dónde vas a bailar, dónde estudiás, con quién estás de novia o casada o viuda, con quién tenés relaciones sociales, dónde subís tus historias virtuales, con quién vivís, quién es el hombre o la mujer más influyente, más exitosa, más de lo que sea. O de menos. 

Estas dos son primas hermanas del cuánto. Las tres tienen un fin comparativo cuya información no extiende demasiado nuestra capacidad intelectual.

Sin embargo, el trío formado por el qué, cómo, por qué, inducen - a mi modo de ver- a un conocimiento más profundo. Y, a menos que vengan acompañadas de un signo de exclamación, enriquecen nuestro universo. Qué nos gusta y por qué. Qué y cómo se ha descubierto o inventado una máquina que ayude a la humanidad a tener una vida más plena. Cómo se ha hecho. 

Claro que todas estas preguntas pueden ser utilizadas en un contexto combinado de Quién ha descubierto qué cosa. Pero si lo que nos interesa es el quién y no qué cosa, estamos en las mismas: no habremos aprendido demasiado. 

Es por esta creencia que intento prestar mucha atención al tipo de preguntas que realiza la persona que tengo delante, para decidir qué tipo de relación deseo que nos una. Pero, sobre todo, trato de evitar hacer yo misma, toda clase de cuestionamientos que no aporten ni mi aporten a enriquecer mi universo individual. Lo que yo considero mi riqueza. No siempre lo consigo. Me ha costado y, aún me cuesta, convencerme a mí misma de que lo importante no es ni será jamás cuánto he hecho sino cómo y por qué. Comprender que lo que he hecho me ha llevado a aprender lo que hoy sé y soy. Los que han estado allí conmigo, no son mis quiénes, sino mis cómo y mis por qué. Algunos ya se han ido. El dónde no ha cambiado nada.