No sé
explicar por qué escribo. Quizá no sea necesario. Pero intentaré explicar(me) por
qué no puedo vivir sin leer. La razón más importante es el nombramiento. Se me
escapa aquello que no puede ser puesto en palabras y me genera terror. En mi
obsesión de entendimiento yo soy pregunta. Y lo que siento, mis claudicaciones,
mis incongruencias, mi caos, necesita un sitio. Un acercamiento a la
comprensión aun cuando pueda no ser respuesta y si respuesta incluso no
definitiva. En los libros otros nombran lo que yo no sé explicar. Alguien ya ha
sentido lo que yo siento y es un alivio. Y si tiene nombre, existe, cobra
forma. Consigo entonces materializar de algún modo mis hilos interiores y tejer
con ellos un abrigo. Las palabras que encuentro en los libros son mis agujas de
tejer. De otro modo, todo mi caos, sería solo hilos sueltos.