Sunday 8 July 2018

47

Hundida en proyectos inmensos como el universo, por las noches contaba todos mis deseos como si fueran ovejas, antes de dormirme. Como me llevaba -y aún me lleva- mucho tiempo conciliar el sueño, era imporante que no escatimara en ellos. No lo hice. La ilusión me empujaba de las orejas. Ahora, muchos años más tarde, me sonríe tiernamente de modo maternal, y no me da consejos. Creo que me tiene lástima. Me observa sentada en una roca, con un vestido blanco transparente. Trato de no mirarla fijo mas me tiento.  No debo observarla a los ojos. Es peligroso por la nostalgia. Yo sé que ella sabe que yo no quiero saber que ya no es parte de mi vida. El abandono es menos doloroso si se oculta bajo una alfombra de versículos. Y si la soledad me abarca, me construyo balsas de palabras o recurro a textos agonizantes. Extrañamente, me ayudan a permanecer viva. Si me hago la desentendida, tengo días fructíferos. Frutas amargas, agridulces. Frutas al fin y al cabo para un zumo de utilidades. Si me hago la entendida puede que coseche algún poema. Pero el hueco no se cierra, no se va. La quebradura pende de algún sitio. En realidad no entiendo. O entiendo que no entiendo. En general, ni una cosa ni la otra. Nada. Me lleno de nada. Mi único todo el vacío durante mis días sitiados.  No hay alma gemela. No hay intimidad posible. No hay armisticio. La vida me ha tendido una trampa y en ella la veré caer. 

2 comments:

  1. Me llegó aviso por correo ¡genial!

    Recuerdo mis 47, aún era hija. A los 50 me convertí en huérfana. A los 62, por boca de mi alter ego, Zumel, reconozco que dejar de quejarme por mi juventud perdida ha hecho que mi madurez no solo sea grata sino feliz.
    Para ti deseo lo mismo, cuando llegue.

    Abresos, un par.

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    1. No es la juventud perdida sino la pérdida de la ilusión, la sensación de que todo está aún por descubrirse, la sorpresa, los amigos de verdad, el tiempo para charlar de cosas intangibles: Es eso lo que me mata.

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